miércoles, enero 22

¿Por qué las rosas ya no huelen como antes? La Rosa Narcea rompe este mito

Al igual que ocurre con los tomates, que muchos aseguran ya no saben como antes, los rosales también han experimentado una pérdida significativa en su aroma. Cada vez más amantes de la jardinería acuden a los viveros buscando recuperar el “olor perdido” de las rosas, ese perfume que las generaciones mayores recuerdan de los arbustos que crecían silvestres en granjas y pueblos. Pero, ¿cuándo se perdió ese aroma y dónde se esconden las variedades más fragantes?

Historia y evolución de los rosales

Aunque se estima que los rosales se cultivan desde el año 3000 a.C. en China, Asia, Europa y el norte de África, fue en los últimos 150 años cuando la hibridación de estas plantas se centró en mejorar la productividad de la floricultura en el área mediterránea. En 1850, Europa contaba con más de 100 variedades de rosas aromáticas. Sin embargo, la introducción gradual de especies procedentes de China llevó a los horticultores a hibridar ambas líneas para obtener rosales con un periodo de floración más amplio y una mayor variedad de formas y colores.

El impacto de la hibridación en el aroma

Durante este proceso de hibridación, se ha identificado un gen en las rosas, conocido como RhAG, cuya expresión cambiaba al intentar obtener rosales triploides y tetraploides, que son conocidos por su exuberante floración y resistencia. Esta modificación genética, sin embargo, tuvo como consecuencia la pérdida del perfume característico de las rosas.

La Rosa Narcea: una excepción aromática

A pesar de esta tendencia hacia la pérdida de aroma, hay excepciones notables como la Rosa Narcea, que ha logrado mantener su fragancia. Esta variedad rompe el mito de que las rosas modernas no pueden ser fragantes. La Rosa Narcea representa un esfuerzo por recuperar y preservar el aroma tradicional de las rosas, demostrando que es posible combinar belleza y perfume en una misma planta.

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