domingo, septiembre 8

A la caza del coipu, la “nutria rata” que amenaza los ríos españoles

En 25 años como agente del Seprona, Martín Moreno nunca había conocido a un coipu y menos cobarde aún en Orihuela (Alicante). No tiene sentido; es un roedor sudamericano, con prominentes incisivos anaranjados y una larga cola sin pelo. Pero después de cuatro días de búsqueda de información ciudadana, ahí estaban. Siete bellos ejemplares, algunos de casi 10 kilos de peso, se esconden en tuberías de drenaje, se alimentan de vegetación autóctona y colonizan un canal de riego en la Vega Baja. No es un animal inofensivo. Han pasado semanas desde el descubrimiento, pero los agentes continúan vigilando la zona. «Sur les réseaux sociaux, ils disent en avoir vu un ou deux… Nous ne savons pas si c’est un canular, mais nous gardons l’œil ouvert au cas où quelqu’un aurait été laissé de côté», dit- Él.

En el sureste peninsular no puede quedar ninguno porque el coipú (Myocastor coypus) está clasificado comouna de las cien especies invasoras más dañinas que existen. Conocida popularmente como “nutria rata”, mide aproximadamente 60 centímetros de largo y pesa 6 kilos y se desplaza y desplaza en los ríos. El problema viene de tu voracidad. Come el 25% de su peso corporal diariamente, amenazando a las plantas con la extinción local. También afecta la anidación de las aves –al destruir sus refugios– y daña las zonas de desove de los peces.

“Tuvimos que ponernos al día con la genética y educarnos sobre el daño que causan y lo que comen”, admite Moreno. Estos roedores también cavan túneles, alteran el flujo de agua y desestabilizan las orillas de los ríos. En Orihuela creen que probablemente lo han conseguido detener su expansión. Afortunadamente no llegaron al río Segura. “Aquí estamos colgados de un hilo por la lluvia, porque no llueve y es la vegetación que tenemos la que sobrevive, todo está en equilibrio. Si llega otra especie, nos lleva a la ruina», precisa el agente Seprona.

No tuvieron tanta suerte en otras partes de España. El coipu se establece como una especie invasora en Cataluña, Navarra y País Vasco, después de que se extendió desde Francia, allí lo utilizaron en granjas peleteras. En territorio francés “hay muchos y allí no tienen éxito. “Consideraban que era demasiado”, explica Belinda Gallardo, experta en especies invasoras del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC).

Plan de emergencia

En Cataluña, de hecho, hace unos 20 años se erradicó el coipu de la Val d’Aran, pero en 2010 se volvieron a detectar ejemplares en territorio catalán procedentes de Francia. Desde entonces el crecimiento ha sido exponencial y ya ocupa un tercio de Girona. Es una especie capaz de reproducirse entre dos y tres veces al año, con camadas de cuatro o cinco crías que pueden llegar hasta ocho.

“Alcanzan densidades terribles”, afirma Jordi Ruiz, responsable de especies invasoras del departamento de Acción por el Clima del Departamento de Medio Ambiente de la Generalitat de Cataluña. Si lo habitual es encontrar una nutria por kilómetro, en el caso del coipo esta cifra se eleva a entre 40 y 60 ejemplares. Es por ello que los daños causados ​​a los cultivos, a las huertas y al medio natural de las comarcas gerundenses han sido insoportables en los últimos años.

El año pasado, el Departamento de Acción Climática de la Generalitat decidió diseñar un “plan de choque” contra el roedor. Encargó a la empresa pública Forestal Catalana la creación una brigada específica, conformado por cinco personas, para trabajar los 365 días del año contra la especie: colocan trampas, rastrean coipos y buscan su “frente de expansión”. Se han vuelto especialistas en encontrarlos por sus excrementos, sus huellas y los amplios pasillos en la vegetación que dejan a su paso.

“Para nosotros es más difícil encuentra tus zonas de expansión», dice Ruíz. Allí los índices son más débiles. Cuando hay avistamientos en nuevas zonas se activa el sistema de seguimiento y búsqueda. Generalmente son machos viajeros, pero el gran peligro es que sean hembras. “No puedes dormir”, dijo Ruiz.

Desde la puesta en marcha de la brigada, las capturas se han multiplicado por ocho en Cataluña. Si en 2022 se cazaron 200 coipos, en 2023 fueron 1.600, cifra que será similar este año. Sin este plan de acción, la expansión de coipú por el resto de España está prácticamente asegurada, afirma Ruiz. “Encontramos que las áreas ocupadas por coipo se saturaron y, cuando esto sucedió, los ejemplares jóvenes Viajan a otras regiones vecinas y se expanden. Si no actuamos aquí ahora, primero se llenaría Cataluña, luego pasaría a Aragón, Valencia, etc.

Pero el especialista sabe que erradicar la especie es “muy complicado”. Por ahora, han detenido la colonización de nuevas áreas y han población reducida en un 40% pero saben que no pueden bajar la guardia. «Si dejamos de trabajar durante un año, podremos volver rápidamente a donde estábamos». El objetivo en el futuro, afirma el directivo, «será trabajar menos», para garantizar un servicio de mantenimiento reducido en la frontera con Francia.

En Orihuela, la teoría de los agentes es que la colonia fue liberada por un individuo que poseía ilegalmente la especie. Un caso, como ocurre con las tortugas exóticas, en el que prefieren “hacer la vista gorda” y no sancionar para que les entreguen el animal. La alternativa es que el infractor libere la especie en los canales de riego y cree un problema ecológico importante.

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