Hace dos años, cuando comenzó la guerra, Vladimir Putin era extremadamente optimista respecto a sus posibilidades de doblegar a Ucrania. El presidente ruso esperaba un rápido colapso o rendición del país vecino y planeó una serie de maniobras relativamente rápidas, junto con ataques aéreos y operaciones anfibias, para apoderarse de importantes ciudades, incluida la capital. La toma de Kiev no sucedió y, entre las grandes ciudades, solo Mariúpol cayó en sus manos. Ucrania incluso recuperó territorios, infligiendo algunas humillaciones a los rusos.