
El hemisferio oculto de la Luna, aquel que nunca vemos desde la Tierra, fue un enigma total hasta que la sonda soviética Lunik 3 capturó su primera imagen en 1959. Sesenta años después, China se convirtió en el primer país en alunizar una nave robótica en esa área inexplorada. Recientemente, China ha logrado un nuevo hito al completar su misión lunar más compleja con la sonda Chang’e 6, que ha conseguido alunizar en la zona más remota del satélite, recolectar dos kilos de rocas lunares y traerlas de regreso a la Tierra en 53 días.
Los científicos esperan que las muestras proporcionen información valiosa sobre los orígenes y la evolución tanto de la Luna como del sistema solar. A nivel estratégico y geopolítico, esta misión refuerza la posición de China en el espacio. Pekín considera su programa espacial fundamental para su desarrollo como potencia económica, tecnológica y diplomática en el siglo XXI.
Detalles de la misión
La sonda Chang’e 6 aterrizó sin problemas en la región de Siziwang, en Mongolia Interior, a las 14:07 hora local, según la Administración Nacional del Espacio de China. Las imágenes de la televisión estatal CCTV mostraron la cápsula descendiendo en paracaídas y siendo recuperada por los científicos en las estepas.
El hemisferio oculto de la Luna tiene una corteza más antigua y gruesa, con más cráteres que la cara visible. Las muestras obtenidas en esta misión podrían tener una composición química diferente a las recogidas anteriormente por las misiones Apolo, Luna y Chang’e 5. Los expertos esperan que el análisis de estas muestras ayude a entender las diferencias entre ambos hemisferios lunares y aporten nuevas pistas sobre la formación de los cuerpos celestes. Según Zongyu Yue, geólogo de la Academia de Ciencias de China, se espera que estas muestras respondan a cuestiones científicas fundamentales sobre la actividad geológica lunar.
Historia y futuro del programa Chang’e
La sonda Chang’e 6 fue lanzada el 3 de mayo a bordo del cohete Gran Marcha 5 y se posó el 2 de junio en el cráter de impacto Apolo, dentro de la Cuenca Aitken del polo sur lunar. Esta depresión lunar, formada hace unos 4.000 millones de años, podría contener agua helada, un recurso clave para futuras misiones tripuladas. La comunicación con la sonda fue facilitada por el satélite de retransmisión Queqiao 2, lanzado en marzo.
El rover de la misión perforó el suelo lunar y recogió dos kilos de rocas y polvo. La sonda desplegó un brazo robótico para izar la bandera nacional china antes de que el módulo de ascenso despegara el 4 de junio con las muestras.
El programa Chang’e, que lleva el nombre de una diosa lunar de la mitología china, comenzó en 2007 y ha logrado hitos significativos en la última década. En 2019, la Chang’e 4 fue la primera sonda en alunizar en la cara oculta de la Luna. Con la Chang’e 5, China se convirtió en el tercer país en traer material lunar a la Tierra.
Las aspiraciones de China en el espacio continúan creciendo. En 2026, planea lanzar la Chang’e 7 para estudiar los recursos del polo sur lunar y, en 2028, la Chang’e 8 para utilizar esos recursos in situ. Además, China pretende enviar a taikonautas a la Luna antes de 2030.
Desarrollar capacidades para acceder a los recursos lunares, como agua helada, helio-3 y tierras raras, consolidaría a China como una potencia espacial. El éxito de la Chang’e 6 refuerza la fiabilidad de los plazos de China para futuras misiones.
El programa Chang’e también prepara el terreno para la Estación Internacional de Investigación Lunar, un proyecto conjunto con la agencia espacial rusa Roscosmos, previsto para principios de la década de 2030. Aunque la Agencia Espacial Europea, Francia e Italia han colaborado en la Chang’e 6, Europa no participará en la estación lunar debido a las actuales restricciones de cooperación con Rusia.