
San Pedro Sula
Desde hace 881 días, Juan Orlando Hernández, expresidente de Honduras (2014-2024), vive una realidad muy distinta a la que experimentó durante su mandato. Extraditado a Estados Unidos en abril de 2022 por cargos de narcotráfico y armas, Hernández ha estado recluido en el Centro de Detención Metropolitano de Brooklyn (MDC) en Nueva York. Incluso tras ser condenado por tres cargos, sigue en dicha prisión.
Ahora, con su sentencia recién conocida, la Oficina Federal de Prisiones (BOP, por sus siglas en inglés) determinará dónde cumplirá su condena. Un experto en derecho penal estadounidense indica que la BOP tiene hasta dos semanas para decidir, aunque la selección del centro penitenciario podría ya estar hecha desde el día de la sentencia. Si el centro seleccionado no tiene espacio, esto podría retrasar la decisión. Factores como el tipo de delito y la peligrosidad del individuo son cruciales en esta determinación, siendo el delito de conspiración de cocaína especialmente grave para las autoridades estadounidenses.
Respecto a la posibilidad de ser enviado a una prisión de mínima seguridad, esto dependerá de varios factores, incluyendo un informe sobre su peligrosidad, la percepción pública y la naturaleza del delito.
Solicitud
Hernández solicitó a la Corte Federal del Distrito Sur de Nueva York que le permitieran permanecer en la cárcel de Brooklyn tras su sentencia. En una moción presentada por su abogado, Renato Stabile, se pidió que, conforme a la Regla 38(b)(2) de las Reglas Federales de Procedimiento Penal, el tribunal recomendara a la BOP que Hernández permanezca en el MDC de Brooklyn para facilitar el acceso a su abogado de apelación mientras se presenta su recurso.
El documento explica que la Regla 38(b)(2) permite al tribunal recomendar que el acusado sea confinado cerca del lugar del juicio o de la apelación para ayudar en la preparación de la misma. La condición de Hernández como expresidente de Honduras, quien extraditó a numerosos narcotraficantes a Estados Unidos, plantea serios riesgos para su seguridad.
Condiciones de reclusión
Hernández ha pasado este tiempo en una celda pequeña con una cama sobre base de cemento, una mesa y una combinación de lavabo y litera, con duchas en áreas comunes. Recibe suministros básicos de higiene personal y puede comprar artículos adicionales en el economato si tiene fondos.
La mayor parte de sus días transcurre con poca interacción social, siguiendo un horario estricto que incluye tiempos para comidas y comunicaciones. Las comidas son simples, y los reclusos con necesidades dietéticas especiales pueden solicitar dietas adaptadas por motivos médicos o religiosos, aunque la variedad es limitada.
Prisión actual
- Puertas de acero reforzado, cámaras de seguridad y guardias armados garantizan una vigilancia constante.
- Hay recuentos regulares de prisioneros, registros de celdas y controles estrictos de visitantes.
- Hernández pasa la mayor parte del tiempo en su celda, con poca interacción social.
Hernández puede comprar alimentos enlatados, dulces y artículos de higiene en el economato, siempre y cuando disponga de fondos. Padece de presión arterial alta y diabetes, por lo que recibe tratamiento médico regular. Su rutina diaria comienza temprano con el desayuno y un breve período de ejercicio. El acceso a áreas de recreación es limitado, generalmente una vez al día durante una hora en la azotea.
El aislamiento y la distancia de su familia son desafíos significativos. Su esposa Ana García y sus hijos se comunican frecuentemente por teléfono, aunque las llamadas son limitadas y monitoreadas. Como el resto de los reclusos, Hernández limpia su celda y participa en los recuentos para verificar la presencia de todos los presos.