Los demonios han acompañado a la ciencia durante siglos. No son criaturas sobrenaturales, sino interrogantes, paradojas y misterios que desafían la comprensión humana. En su nuevo libro, La ciencia y sus demonios (Arpa), Jimena Canales, doctora en Historia de la Ciencia por Harvard, explora la evolución científica a través de estos demonios que atormentaron a figuras como René Descartes, Albert Einstein y Charles Darwin. Canales destaca que incluso en la era de la razón, la ciencia sigue lidiando con fantasmas intelectuales, subrayando la importancia de la historiografía en la comprensión de los hitos del conocimiento.
Pregunta: Su libro muestra cómo los científicos recurren a entidades aparentemente supersticiosas. ¿Cómo podemos aceptar ambas facetas?
Respuesta: Debemos cambiar el concepto tradicional de la ciencia. Lo fascinante es que se usa para obtener cosas nuevas como iPhones o vacunas. Los demonios de la ciencia, aunque imaginarios, tienen poder porque son herramientas para cambiar el mundo de manera inesperada.
P: ¿Cuál ha sido la importancia de estos demonios?
R: Al investigar, encontré el uso constante de la palabra demonios en textos clave de la historia de la ciencia. Esto me permitió ver el desarrollo de la ciencia moderna a lo largo de cuatro siglos. Descubrí que los demonios de los científicos, a diferencia de los de la religión, no existen realmente, resaltando el papel crucial de la imaginación en el descubrimiento científico.
P: ¿Existen demonios modernos?
R: El demonio de Descartes, que pone otra realidad frente a tus ojos, es relevante hoy con los deepfakes y la desinformación. Estos demonios no mueren, se transforman.
P: ¿Por qué se demonizan tecnologías como la inteligencia artificial?
R: Todas las tecnologías revolucionarias se han asociado con demonios, desde los motores de vapor hasta las calculadoras y el teléfono. Los científicos utilizan el lenguaje técnico para buscar nuevos demonios en sus laboratorios. Comprender estos demonios y sus cualidades es crucial para abordar problemas éticos en sociedades antiguas y modernas.
P: Algunos científicos recurrieron al lenguaje religioso para expresar su temor existencial, como los creadores de la bomba atómica.
R: La ciencia y la tecnología a menudo se asocian con lo demoníaco porque los científicos buscan estos demonios. En el caso de la bomba atómica, se definieron estudios como los demonios cuánticos, que eran extremadamente rápidos, incluso más que la luz, según Einstein.
P: De ahí que se hable de Albert Einstein como un exorcista.
R: Arthur Eddington llamó a Einstein exorcista porque su teoría de la relatividad ponía fin a supersticiones sobre el tiempo y espacio absolutos. Sin embargo, al exorcizar estos demonios, surgieron nuevos, como los demonios cuánticos.
P: ¿Hay parecido entre esos demonios y las tecnologías modernas?
R: Sí, los demonios siguen vivos y los investigadores siguen creándolos. Por ejemplo, el demonio de Laplace motivó el desarrollo de megacomputadoras. Al entender la tradición de estos seres imaginarios, podemos comprender mejor el desarrollo pasado y futuro de la ciencia.
P: ¿Cuál es ese futuro?
R: La historia no solo trata sobre el pasado; los historiadores también conocen el futuro. Al estudiar la historia de la ciencia y la tecnología, vemos lo que fue el futuro de los humanos que vivieron antes, aunque no necesariamente el nuestro.