jueves, diciembre 12

La paradoja del apoyo a Donald Trump

En Detroit, se revela un aspecto curioso del atractivo político de Donald J. Trump: muchos votantes están dispuestos a respaldarlo, convencidos de que no cumplirá con la mayoría de sus promesas más extremas.

Trump ha hecho afirmaciones audaces, como usar el Departamento de Justicia como una herramienta política y perseguir a sus opositores. Ha hablado de purgar al gobierno de quienes no son leales y ha insinuado violencia en el cumplimiento de la ley. Aunque algunos de sus seguidores se sienten impulsados por estos discursos, muchos otros los consideran simplemente parte de un espectáculo.

Durante su mandato, algunas de sus retóricas se materializaron, como la prohibición musulmana y el fomento de disturbios tras las elecciones. Sin embargo, en otros casos, su retórica agresiva se quedó en palabras, lo que ha llevado a sus electores a racionalizar su discurso, creyendo que podría haber un cambio en un segundo mandato.

El 10 de octubre, Trump habló ante el Club Económico de Detroit, donde los asistentes eran empresarios en lugar de fervientes seguidores. En lugar de discursos incendiarios, buscaban assurances sobre su impacto positivo en el sector empresarial. Durante casi dos horas, Trump se centró en hacerlos sentir cómodos con su decisión de votarlo, riendo de sus bromas sobre sí mismo.

Mario Fachini, un asistente, expresó su opinión de que los medios exageran las palabras de Trump, sugiriendo que sus comentarios más radicales son solo tácticas publicitarias. Neil Newhouse, un encuestador republicano, agregó que muchos creen que Trump habla de forma exagerada para provocar reacciones, sin que realmente se materialicen sus amenazas.

Sin embargo, Trump y su círculo han afirmado que un segundo mandato sería diferente, dado su mayor control sobre el partido. Esto resuena en los advertencias de la vicepresidenta Kamala Harris, quien sugiere que sin las restricciones anteriores, Trump podría actuar de manera más decisiva.

En su discurso, Trump reconoció que ahora «conoce mejor el juego», pero también parecía consciente de la incertidumbre que sus afirmaciones generan. Ante esto, se desvió hacia las críticas a los demócratas, señalando que «el verdadero problema» es la «gente estúpida», generando aplausos entre los empresarios presentes.

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