sábado, julio 27

Sánchez ya es un líder populista

La situación de la esposa de Pedro Sánchez, Begoña Gómez, es absolutamente inédita en nuestra democracia. Y no sólo por su condición de imputada, ni por el hecho de que el partido Juan Carlos Peinado la haya citado a declarar el próximo 5 de julio. Nunca, en más de cuatro años de tradición democrática, la carrera profesional de la mujer de un presidente del Gobierno se ha visto impulsada de repente por su nombre en el Palacio de la Moncloa. La trayectoria de Gómez resulta poco verosímil dada su formación. Y el peso de su agenda, así como la relevancia corporativa de sus contactos, parece poner de relieve conductas incompatibles con el decoro y el ejemplo público requerido.

En su decisión de conocer la citación judicial de Gómez, el presidente del Gobierno quiso apelar a las redes sociales para abordar una nueva carta a la ciudad. Se trata de otra cosa que demuestra la falta de limitaciones de Sánchez a la hora de tensionar el clima político de nuestro país. En esta ocasión, el contenido de la carta conlleva una enorme gravedad ya que apunta directamente a la imparcialidad del juego que instruye la causa que investiga la corrupción y el tráfico de influencias sobre su cónyuge y, además, sugiere una impugnación preventiva de los resultados electorales del próximo domingo. Si es un salto abismal. Este acto presupone una paz sin precedentes de independencia judicial y constituye una enmienda a la institución democrática. En Pedro Sánchez los vimos reportar a empresarios, a periodistas y ciudadanos concretos. Pero el presidente del Gobierno apuesta definitivamente por su perfil populista para luchar ahora contra el independentismo del juez Juan Carlos Peinado. El líder socialista afirma intencionadamente que la investigación sobre su mujer vale por la Audiencia Provincial de Madrid, al igual que la causa de corrupción que afecta a su gobierno ya ha sido convocada por la Agencia Fiscal Europea.

Es significativo que gran parte de la conducta menos ejemplar de Begoña Gómez no sea precisamente lo que está bajo investigación judicial. La singular trayectoria de Carlos Barrabés, socio de Gómez, los contactos con Víctor de Aldama, su clave en la trama Koldo y en el paso de Delcy Rodríguez por el aeropuerto de Barajas, la recuperación de Globalia o el extraño hecho del que una persona no Licenciado, como la presidenta, titular de una cátedra extraordinaria de la Universidad Complutense de Madrid, son cuestiones que ya debieron haber sido explicadas al conjunto de los españoles por una sola razón: son cuestiones absolutamente anómalas que no cumplen una correlación razonable. con las biografías de nuestros conciudadanos. Si Begoña Gómez pudo beneficiarse del especial poder y estatus de su marido, o si pudo imponerse en su red de contactos e influencias, es Pedro Sánchez quien debe asumir toda la responsabilidad política, así es él, y no su mujer, que está sujeta a una necesidad especial. Independientemente de cuál sea la decisión jurídica del caso, en el que hoy debe prevalecer la presunción de inocencia como se encuentra en la supuesta condición criminal de Gómez, hay pruebas suficientes para que el presidente se quede sin palabras y nunca pase por alto. . Pero en el lugar donde asumimos personalmente esta responsabilidad ineludible, Sánchez ha preferido redoblar su acción en un gesto que no sólo es inusual en España, sino que choca frontalmente con la cultura política europea.

Arremeter contra el poder judicial y la prensa, parecer niños ante la información verídica publicada e insinuar oscuras conspiraciones es una estrategia tan jocosa como inquietante, por lo que ya no es una réplica de lo que siempre han hecho los populistas de otras latitudes cuando han para afrontar asuntos judiciales o reputacionales. El resultado fue enormemente inquietante al ver que el presidente del Gobierno está dispuesto a cuestionar la confianza en las instituciones del Estado con la tarea de superar una circunstancia cada vez más insostenible y de contagiar, con gran temeridad, una dosis casi insostenible de emoción en nuestra política. clima. Es urgente que la conversación pública en España restablezca la normalidad, que se preserve la separación de poderes y la igualdad de los ciudadanos ante la ley y que la prudencia pase al centro de la actividad política. Desgraciadamente, el presidente Sánchez ha tomado el camino contrario y la visión de su trayectoria permite predecir cuál será su límite.

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