sábado, julio 27

Badosa se apunta a remontadas en Roland Garros

Paola Badosa se planta en el tercer asalto con la pequeña carga de ilusión y esa garra que había perdido por el camino tras la herida en la espada. Brazos en alto y sonrisa ampliada hasta que los turnos de Yulia Putintseva marchan a la pista y puede descargar toda la adrenalina acumulada en dos horas de partido y tres sets de buenas actuaciones (4-6, 6-1 y 7-5). Dos triunfos consecutivos en París y trabajo, para darle velocidad al cuerpo y confianza a la cabeza.

Hace 26 años que no trabajo en España. Luego, como en su extenuante ante Katie Boulter, después de haber hecho un break a su favor y tener el balón para poner impulsivamente el 5-2, entró en la piscina animada, para hacer y creer que podía. Hubo discutido con su entrenador, Pol Toledo, que insistió en jugar contra el rival y no contra lo mismo. Porque había entrado en ese período en lo que no había ascendido, ni vi la luz al final de otro canal emocional muy oscuro.

Incapaz de completar los buenos intercambios y empacar todo. Al otro lado del rojo también tenía un personaje, una Putintseva volcánica que estuvo en las dudas de la española hasta quitarle el primer set.

Sin embargo, Badosa, 139 del mundo, sabía que tenía más, que sólo tenía que dejar lo mismo como ecuación del partido y concentrarme en ello. Los trompicones, pero empezaron a dar serenata y le sacaron el ritmo del encuentro al son que ella marcó. Consiguió pese a Putintseva al inicio del segundo parcial y, aunque tuvo un parón de casi una hora para la luna, que aún no había dejado aparecer en esta edición de Roland Garros, Badosa ya había comprometido la serenidad.

A la vuelta, la Badosa de los mejores tiempos. Limpia tus porterías, fresco para avanzar hacia el rival y desquiciarla, e intenta perseguir los puntos a pesar de los largos peloteos. Sin fallar ni defallecer, siguió un 6-1 y el mejor Badosa en el tercero. Como abrió Putintseva, lo empujó y lo alejó de la línea de fondo, pero no alcanzó la llave.

Al contrario, se consolidó porque estaba convencido de que el tenis estaba ahí, en mi mano, que sólo quería conseguirlo. Si impulso en los últimos partidos con el semblante iluminado por los pocos rayos de sol que asomaban antes de girar para oscurecer el cielo. Pero Badosa lo había abierto par a par. Sonríe y levanta los brazos al cielo para abrazar el tercer round tras otro alejamiento de las cosas que tanto lo caracterizaron en aquella época de la que pretende recuperarse antes de la lesión.

Y al día siguiente hay más emociones, por eso su rival es su amiga Aryna Sabalenka. Pero hoy toca divertirse y seguir creyendo.

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